Unos días después, el grupo salió de campamento, el maestro de Biología, el señor Luna, había planeado ese viaje durante mucho tiempo. Era parte de nuestro proceso de enseñanza, por lo que deberíamos recolectar diferentes tipos de hojas.
Me senté al lado de Pam, mi mejor amiga, ella es la chica más lista que he conocido, además de linda; sin embargo, nunca pone atención a su atuendo ni a su arreglo personal; no muestra demasiado interés en esos detalles. Tampoco lo hago yo, pero al menos intento lucir bien en ocasiones especiales.
Sin embargo, Sally es diferente a nosotras. Se arregla como si fuera a una boda. Su pelo siempre está peinado de manera profesional. Ese día usaba una blusa blanca bordada, pantalones de vestir y sandalias de tacón que mostraban la pintura impecable en las uñas de sus pies. Su cabello estaba trenzado con un hermoso listón de seda anudado hacia un lado. Lucía deslumbrante, aún más, al estar sentada junto a Sean. Observé mis pantalones de mezclilla y mi nada femenina camiseta con la leyenda “100% soltera”.
Yo estaba al frente, ellos en la parte trasera del autobús, no podía verlos, pero si escuchaba sus risas. Decidí colocar mis audífonos para escuchar música durante el largo trayecto.
Nos dieron las instrucciones al llegar. La más importante era reconocer vegetación alergénica como la hiedra venenosa, la cual deberíamos evitar manipular. Todos conocíamos las posibles consecuencias.
El maestro Luna decidió formar parejas. Para mi mala suerte, Sally resultó ser mi compañera. Él y su compañero iban delante, podía distinguir sus intentos por verla.
Fue una tarea espantosa. Sus tacones entorpecían nuestro progreso, se tropezaba cada diez segundos, además de estar renuente a acercarse a las plantas.
—Están sucias, cariño, ¿no lo ves? —renegó.
—Se supone que lo estén, “cariño”, son hojas. —Continué recolectándolas.
—No entiendo esta actividad. ¿Cuál es su propósito al traernos a este terrible terreno lleno de polvo e insectos, con un camino rocoso que hace difícil caminar, por Dios Santo?
—¿Por qué no te pusiste algo más cómodo, acorde a este sitio?
—Podría explicarlo, pero no creo que lo entiendas.
Observó mi ropa con desaprobación, luego giró su rostro evitando dirigirme la palabra.
Sean estaba cerca, lo suficiente para escuchar nuestra plática. Podía ver su sonrisa. Me parecía probable que él si entendiera por qué ella usaba zapatillas en lugar de zapatos deportivos. Todos los muchachos lo hacían.
—Necesitamos tomar diferentes tipos de hojas si queremos tener una buena calificación —le expliqué con paciencia.
—No quiero tocarlas, están repugnantes.
—No están sucias, solo tienen tierra. Estamos en el campo por si no lo has notado
Frunció el ceño decidiendo en ese instante comenzar a guardar hojas. Mala decisión. Tiene estilo para vestirse, aunque no mucha inteligencia. Estaba a punto de tomar hojas de hiedra. Sin darme tiempo para analizar la situación, acercó su mano a la planta; sin embargo, asustada por mi grito, se movió, justo en el instante que intentaba alejarla, por lo que fui yo quien cayó sobre las hojas.
No es necesario explicar lo que sucedió con mi piel. Mi rostro se inflamó. Todos me observaban, algunos divertidos, otros con verdadera preocupación. Como Pam, quien sollozaba como si fuera ella quien estuviera lastimada. No tenía el valor para ver la reacción de Sean en ese momento.
—Les pedí ser cuidadosos con la hiedra, Alicia —me sermoneó el maestro.
Voltee hacia Sally esperando su respuesta, pero solo observaba el esmalte de sus uñas. No deseaba ser una chismosa, me quedé callada. Sin embargo, escuché la voz de Sean a mis espaldas.
—Intentaba salvar a Sally.
Por primera vez, ella levantó su cabeza para observarlo, abriendo su boca con desconcierto.
—No la iba a tocar, ella se confundió.
—Ambas deben ser más cuidadosas, deben seguir las instrucciones.
El grupo comenzó a caminar hacia el camión.
—¿Cuándo crees que estarás mejor, Lozano? —me preguntó Sean usando mi apellido.
—Lo explicaré así, Romo, el próximo día de Halloween, no me compraré un disfraz, seré un zombi.
—Entonces seré un cazador de zombis.
Al regreso, él se sentó junto a su amigo Ronaldo. Yo me sentía tan terrible que deseaba desaparecer. En ese momento observé a Sally sentada sola, tan enojada que no pude evitar sonreír. Era una sonrisa extraña con mi cara hinchada, pero tenía a Pam al lado, ¿no era suficiente para sentirme mejor?