No son necesarios los disimulos. Bordear nuestro cuerpo con incertidumbres vanas. Dejar abiertas heridas tan profundas que alteren nuestro espíritu hasta dejarlo hueco, estático, moribundo. No son indispensables los engaños. Más allá de nosotros mismos, me perteneces y te pertenezco. Sin que exista más verdad… Por ahora.
Tal vez después te irás. Te arrastrará la vida, de la misma manera que ahora nos ha unido. No hay más. No hay espacio para engaños. Simplemente estamos aquí ahora.
La verdad eres tú. La verdad soy yo.