Javi estaba sentado a la mesa mientras Selene le apuntaba con una pistola. Sus dedos en el gatillo temblaban, al igual que sus emociones, pero no era momento de ser débil.
—Adelante. ¿Qué te detiene?—la alentó mientras daba un nuevo sorbo a su café.
—No creas que no lo haré.
Se encogió de hombros y por primera vez la miró a los ojos.
—Si disparas, acabará esto de una buena vez. Terminarán los celos, las venganzas, los intentos por escapar de esta relación, que lo único que logran es reunirnos de nuevo. Hazlo, no lo dudes.
Él siguió tomando su café y ella, con la pistola entre sus manos. Observó el celular sobre la barra, apuntó al aparato y tiró del gatillo. Luego se sirvió una taza y se sentó a su lado.
—Tómalo pronto —indicó él con calma. No tardaran los vecinos en venir a preguntar qué sucedió.