Cuando el espejo es tu único compañero, refleja tu vida.
Cada día Cecilia, se enfrenta a su imagen y a las diferencias que el tiempo ha dejado en su piel, pero más allá de lo externo, observa su evolución. El reflejo en su mirada le devuelve los recuerdos de las etapas de su vida, sus errores y las personas que fueron parte de su cambio.
Hermosos pueblos mágicos del occidente de México son testigos de la transformación de Cecilia en una creyente de la libertad, aunque el precio por conseguirla, implique quedarse sola. Frente al espejo hay alguien dispuesto aún a redescubrirse para encontrar nuevas esperanzas de continuar siendo libre a pesar de los años vividos
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Cecilia contempló el pueblo por última vez, se despidió del reloj lateral en el Santuario del Sagrado Corazón, cuadras después, de su plaza principal. Contempló el río Jiquilpan, asida al lomo del caballo de Alberto Fuentes sin esperar mucho del futuro. No había jugado con la posibilidad de decidir sobre el suyo. No le pertenecía, lo entendió de pequeña.
—Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. Aun así, no alcanzo a comprenderte, es como si te tuviera en mis manos, y en un segundo escaparas entre mis dedos, con tanto ímpetu que me obligas a cerrarlas y apretarte más fuerte, lo único que logro al hacerlo, es que te me diluyas.