Una antología maravillosa donde las escritoras callaron sus voces para escuchar a esas niñas que llevan dentro; en sus recuerdos, en su entorno o en su imaginación. Todas tan vivas, tan sensibles, sobre todo, con mucho que decir.
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Conforme fui creciendo, los anhelos infantiles se fueron desvaneciendo, debían hacerles espacio a los porqués envueltos en las culpas.
—¿Conoces el mar? —negó sin dejar de contemplarlo—. Es impetuoso y derriba todo a su paso, a veces… otras, es tranquilo y te transmite paz. Es como nosotras.
En el último peldaño apreté el botón de una luz intermitente. Me sofocó un aroma desconocido. Me sentí mareado.