Con cada año pesando sobre sus pasos, se acerca a la joven que la observa sonriendo.
—Me gusta tu olor, me evoca recuerdos ¿te conozco? —pregunta, acariciando su rostro mientras cierra sus ojos para mirar en sus memorias.
—Soy Marcela, abuela. —La joven continúa sonriendo.
—Entonces, ¿sí te conozco?